En la década de 1930, Ernst realizó obras que combinaban paisajes naturales, figuras humanas y diversas referencias culturales, en las que ofrecía una interpretación visionaria y clarividente de la era de la dictadura que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial. En 1933 creó una de sus obras maestras: la novela-collage Une semaine de bonté. En ella, 182 imágenes están agrupadas cronológica y temáticamente en una serie de cinco cuadernillos con cubiertas de colores, cada uno vinculado a uno de los cuatro elementos y a uno o varios días de la semana. De hecho, Ernst combinó recortes procedentes de libros y revistas del siglo XIX (la edición de 1866 de El paraíso perdido de Milton ilustrada por Gustave Doré, por ejemplo), y no utilizó ningún texto, como en la literatura alquímica. Jeanne Bucher, que ya había realizado Histoire naturelle (Historia natural) en 1926, publicó la serie en París en 1934. La primera exposición pública de los collages originales de Une semaine de bonté tuvo lugar en Madrid en 1936. En la película Max Ernst. Ein Selbstpoträt (1967) de Hannes Reinhardt, el propio artista recuerda con extrema gratitud (en el minuto 38) que las obras habían sido salvadas milagrosamente por los españoles durante los bombardeos. Posteriormente fueron expuestas, de nuevo en Madrid, en 2008.