En 1957, Max Ernst es nombrado miembro del jurado del tercer festival internacional de cortometrajes de Tours (Francia). El jurado premió la película de animación La Joconde: Histoire d’une obsession (La Gioconda, historia de una obsesión) de Henri Gruel, que también recibió la «Palma al mejor cortometraje» en Cannes al año siguiente. El variado y virtuoso ataque cinematográfico a la imagen icónica de Leonardo da Vinci con los comentarios de Boris Vian que, al igual que Max Ernst era miembro del Collège de ‘Pataphysique, correspondía a la iconoclasia de Max Ernst, fundamental desde el periodo Dadá. Tres años más tarde, Ernst recibió el encargo de diseñar un trofeo cinematográfico para el festival internacional de cortometrajes de la ciudad de Tours: La Tourangelle. Se entregó en tres ocasiones: en 1960 a Jean Herman, en 1961 a Robert Enrico, por su escenificación del sueño de fuga y libertad de un condenado a muerte, y finalmente 1962 al director de cine polaco Roman Polański por su último cortometraje Les Mammifères (Los mamíferos), que estrenó poco antes de Nóż w wodzie (El cuchillo en el agua, 1962), su primer largometraje.