En 1959, el escritor y pensador francés Georges Bataille describió a Ernst como un «filósofo que juega». El juego con imágenes y formas encontradas, que había ocupado a Max Ernst desde el periodo dadaísta en Colonia, es equivalente al ajedrez. Ambos están determinados por la intuición y la reflexión. A lo largo de su carrera, Max Ernst diseñó tres juegos de piezas de ajedrez (1929, 1944 y 1966). En 1944, durante sus vacaciones en Long Island, creó un juego en escayola, que luego un carpintero fabricó en arce y nogal. Para las formas, utilizó simples cuerpos matemáticos que se construyen sobre la forma circular. Los peones estaban hechos de conos, y las torres y la reina, de una adición de conos, conos truncados y secciones esféricas. Los caballos estaban hechos de cuernos curvados, que Max Ernst creó encajando asimétricamente una lata dentro de otra mayor y rellenando el espacio entre ambas con yeso. Los alfiles se hicieron a partir de dos moldes de cucharas. Por último, para el rey se cortaron cilindros en diagonal y se colocaron sobre conos truncados. Al delicado círculo de la cabeza de la reina se añade el cuerpo elíptico del rey.